El PRI está muriendo, ¿importa?

Enrique Toussaint

Tomada: Billie Parker noticias

El PRI ya no tiene utilidad política. El nacionalismo revolucionario, su ideología madre, cambió de dueño. Ahora Morena ondea las banderas de la que fue doctrina de Estado. Ya no tiene base electoral. Los priistas de base se han movido a las filas de Morena. No hay liderazgos, sino un grupo de gestores de las derrotas del partido. Fíjese el grado en que Morena sustituyó al PRI: nueve gobernadores guindas militaron más de 25 años en el PRI.

De 2006 a 2024, el PRI se convirtió en un instrumento útil para frenar el ascenso de Andrés Manuel López Obrador. En el sexenio pasado, Enrique Peña Nieto pudo imponerse a Obrador. Tras su salida de Los Pinos, con los niveles más bajos de aprobación de un presidente en la historia del país, el PRI comenzó a entregar el poder. Hoy, Morena gobierna justo en esos lugares en donde el PRI era hegemónico. Interesante: el crecimiento de Morena no provino de la izquierda, sino de la base militante priista-particularmente en el Sur y en el Pacífico del país.

Y en 2018, la única utilidad del PRI suponía integrarse en una coalición que le disputara la Presidencia a Morena y la mayoría en la Cámara de Diputados. Su utilidad ideológica había desaparecido. El rechazo del electorado mexicano siempre fue mayoritario (entre 48 y 62% de negativos). “Alito” entendió que Xóchitl Gálvez y el antimorenismo le daban un tanque de oxígeno ante sus pobres resultados.

Aun así, “Alito” no escapó del juicio sobre su desempeño. Únicamente logró rascar el 10% del voto. Aún peor, hay entidades en donde perdió hasta un millón de votos en un año. El Estado de México, por ejemplo. U otrora bastiones en donde no llega ni a 200 mil votos: Hidalgo o Tamaulipas. En donde el priismo gobierna, sólo Coahuila resistió (554 mil votos). Por lo tanto, no hay mucho que agregar: al PRI sólo le resta administrar la agonía. No morirá rápido. El sistema de partidos en México es generoso con las franquicias electorales. El PRD agonizó nueve años. Desde 2015, cuando aparece Morena, hasta 2024 que pierde el registro.

Ahora, la pregunta es: ¿pierde algo la sociedad mexicana con la agonía y más que probable extinción del PRI?

Me di a la tarea de preguntar a priistas y no priistas. También recogí algunas opiniones en la calle. Los priistas suelen identificar la utilidad del PRI en el pasado: construyeron instituciones y tienen oficio político. Los no priistas consideran que es el partido más quemado. Y en la calle, en general, las muestras de rechazo son palmarias. Quitando algún nostálgico, el resto no cree que el PRI tenga nada más que aportar.

ENRIQUE TOUSSAINT. El PRI está muriendo, ¿importa?
ENRIQUE TOUSSAINT. El PRI está muriendo, ¿importa?
Doy tres razones adicionales por las que creo que el PRI ya no es relevante de cara al futuro del país. Enfatizo futuro porque en el presente sí será relevante. Tiene los votos en el Senado que necesita Morena para aprobar el Plan C. No es cosa menor ser bisagra en la Cámara Alta al menos hasta 2027.

Uno, el sistema político de la transición es historia. La transición a la democracia en México fue fruto del acuerdo entre el régimen autoritario y un partido a la derecha (PAN) y otro a la izquierda (PRD). Podrían aniquilarse en el discurso, pero asumían que eran parte de un mismo sistema. Morena rompió los consensos de la transición. La muerte del régimen de 1997 a 2018 supuso la extinción del PRD. Morena logró colocarse como la fuerza hegemónica en el centro político y en la izquierda. No existe lugar en el tablero político para que el PRI ocupe un sitio de centralidad. Su única posibilidad sería ser subalterno de algún bloque: el régimen o la oposición.

Dos, el PRI ya no tiene base electoral. Ya no representa nada en términos programáticos o ideológicos. La militancia del PRI es puro corporativismo partidista. “Alito” controla los comités estatales, las candidaturas y la nómina del partido. La votación que obtuvo para la Cámara de Diputados (10%) fue fruto o de esa militancia corporativa o de votantes que lo situaban en la coalición opositora. Si el PRI muere, esos electores tienen refugio: PAN o Movimiento Ciudadano. Excluyo a Morena porque el partido guinda ya succionó en torno al 65% del viejo voto priista. Queda poco más que extraerle.

Tercero, perdió la batalla simbólica. Se acabó el PRI que representaba la idea nacional. El vínculo con Benito Juárez o Lázaro Cárdenas. La victoria en la Revolución sobre las fuerzas conservadoras. Toda esa simbología nacionalista voló hacia Morena. El PRI se quedó con todo lo malo del pasado y perdió aquello que lo hacía volver: su identificación con la nación. El PRI es un jarrón vacío sin épica a la cual apelar.

Por ello, el PRI puede morir y pocas cosas cambiarían en este país. La aritmética entre oficialismo y oposición se mantendría prácticamente igual. No dudo que alguien derramara una lágrima por el adiós del PRD, pero estoy seguro de que pocos lamentarán que el PRI se despida, de la mano de “Alito”, del espacio que ocupó durante décadas en el mapa político nacional. El PRI pasó del poder a la agonía en menos de seis años.