Relatos dominicales Miguel Valera Hernández Herman Melville se lo advirtió. Se lo dijo quedo, quedito, al oído, como si de palabras de amor se trataran. “Ahab, cuídate de Ahab”. No entendió. Estaba en la cúspide del poder. ¿Quién le … Sigue leyendo El gigante con pies de barro
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